Ruleta Rusa
i
Un revolver, una bala. Las reglas son sencillas: pueden participar hasta seis personas, todos deben estar sentados en una mesa circular; frente a ellos, sobre la mesa, cada quien deberá depositar un millón y medio de pesos previamente contados, en billetes de quinientos, y divididos en cinco bloques de trescientos mil. El cañón del revolver deberá colocarse entre la garganta y la quijada del jugador en cuestión, el gatillo se jalará una vez, en turno único. Las personas ajenas al desafío deben pagar una cuota de dos mil pesos para poder ser espectadores, la apuesta mínima es de cinco mil pesos, el cover es ganancia neta del local y se deberá pagar un cinco por ciento de lo que se recaude en las apuestas, al dueño del mismo. Los ganadores regresarán a casa con trecientos mil pesos más de lo que trajeron; no se habla nunca del perdedor, pero es bien sabido que es transportado en una Grand Cherokee a las afueras de la ciudad y abandonado a la orilla de la carretera, envuelto en una sábana blanca.
ii
Un hombre vestido de traje entra a un bar, pide un tequila doble y limones, da un efímero vistazo al lugar, nota que los tres hombres sentados en la mesa, pegada a la puerta, murmuran y lo ven de reojo sin dominar el arte del disimulo. El hombre no presta atención, ingiere el licor de golpe, frunce el ceño ligeramente y pide otro tequila doble. El cantinero se acerca con cierta desconfianza y le sirve el tequila, mientras observa al hombre le pregunta ¿vas a participar?, el hombre hace como si no lo escuchara, el cantinero pone la tapa a la botella pero no la gira para cerrarla, intuyendo la petición de una tercera copa pinche Luisito, esta es la quinta vez, ya deja este desmadre, no vaya a ser que se te acabe la suerte, el hombre voltea a ver al cantinero y se echa a reír ¿tú le vas a pagar la quimio a mi hija, o qué?, el cantinero se calla, el hombre pide otro tequila y el cantinero profeta se limita a servirle.
iii
A las 7:16 pm suena una campanilla en el bar, todos se callan mientras seis hombres se levantan de sus asientos, uno está visiblemente ebrio, todos ingresan a un cuarto, lentamente, sin decirse nada. Se cierra la puerta y el sonido de las pláticas comienza a apoderarse del lugar nuevamente. La mesera se acerca al cantinero y le dice aquel va bien pedo, observa que el cantinero aparta la botella sin tapar y de inmediato le pregunta ¿tanta fe le tienes a ese, que ya hasta su botella le preparaste pa’ cuando salga? El cantinero se sonríe, y le responde Es el único que viene a arriesgar el cuello por algo que vale la pena, Diosito siempre se ampara de esa clase de gente, la mesera se sonríe, se acomoda la minifalda, y de inmediato se dirige a la mesa seis a ofrecer una cerveza más, o compañía a buen precio.
iv
Se corre el rumor entre los alumnos de
derecho, que el profesor de ‘filosofía política’ no va a aplicar examen en su hora debido a problemas personales, el prefecto da detalles: un familiar suyo está muy grave y tiene que estar apoyando su familia, probablemente no venga esta semana. Todos los alumnos se compadecen del profesor, pero ninguno toma la noticia con desagrado.
derecho, que el profesor de ‘filosofía política’ no va a aplicar examen en su hora debido a problemas personales, el prefecto da detalles: un familiar suyo está muy grave y tiene que estar apoyando su familia, probablemente no venga esta semana. Todos los alumnos se compadecen del profesor, pero ninguno toma la noticia con desagrado.
v
En el hospital una mujer platica con la enfermera que le asignaron a su hija, le platica que han tenido que embargar la casa, que sus ahorros se han agotado y que su esposo en repetidas ocasiones ha conseguido milagrosamente, quien sabe de dónde, dinero para mantener a su hija con vida tantos meses. La conversación es interrumpida por el doctor. La enfermera se dirige a la puerta con paso lento. Antes de salir del cuarto, escucha al doctor plantearle a la madre de la enferma, la cuestión de los pagos y las políticas del hospital, el silencio del pasillo le permite escuchar con claridad la súplica de la mujer por un poco más de tiempo, por alguna extraña razón la acústica de aquel ruego, por los pasillos, calaba, hería a la enfermera.
vi
Tic-toc-tic-toc-tic-toc-tic…
Se escucha una detonación en el bar, el cantinero da un pequeño salto del susto, se forma la bulla en el cuarto trasero, los apostadores que le atinaron a quien moriría están felices, hacerse de dinero fácil siempre es motivo de festejo en el bar. En la parte de en frente del inmueble alguien mueve la Cherokee hacia el callejón trasero del mismo. Dos minutos después, la gente se multiplica en el bar, hablando de lo acontecido en la ruleta rusa. El cantinero da un hondo suspiro, tapa la botella de tequila, y le basta una breve reflexión para dejar de creer en Dios.
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