A
quien corresponda.
Muy
estimados amigos, miembros del equipo editorial de la prestigiosa y longeva
revista Cosmopolitan: escribo este mensaje con el afán de solicitarles algo que
seguramente atenderán a la brevedad por lo urgente de la situación, y por tratarse
de un tópico que refiere a la vida de quien les redacta este humilde texto. Estoy seguro
de que tomarán cartas en el asunto con la importancia que se merece.
Hace
unos días estuve de visita en una tienda de autoservicio y me puse a ojear una
de sus revistas, he de señalar que la calidad con la que realizan su trabajo es
tremenda y que seguramente cada uno de ustedes, quienes la integran, son
personas de altísima capacidad, sin embargo, en uno de los apartados de la
publicación pude leer algo que me alarmó de sobre manera: Según el horóscopo
chino que nos hicieron el favor de publicar, yo soy dragón y la mujer con la
que me casaré es rata. La compatibilidad de nuestros signos dependen
directamente de mi grado de fidelidad y eso, según expertos citados en la
publicación, es muy poco probable con tipos como yo, que nacimos malditos con
el signo de la lujuria y el gusto por las cornamentas. Me preocupa, porque no
quiero perderla. Ella que confía en mí, y que hasta me considera un tipo
interesante, no sabe lo que el horóscopo chino está dispuesto a contar. ¿Cómo
le explico que la cultura Chop suey se equivoca y que en ella, en su nombre, en
su cara, en sus lunares, encuentro todas las canciones de Luis Miguel
digeribles y hasta bailables? ¿Cómo le hago saber que los juguetes que tuve en
la infancia me orillaron a confiar más en los niños esclavos de Taiwan que en
un maldito "made in China" y que bien puede ser la revancha de un
grupo de asiáticos anti-nupcias?. No quiero llegar del trabajo un día, entrar a
la cocina y verla sentada en el comedor, en silencio, con la mirada vidriosa y
los ojos hinchados de tanto llorar, para luego decirme "siéntate, quiero
hablar contigo", porque entonces tendría que sentarme y preguntarle
"¿Qué pasa, mi vida?". Ella me pasaría su Cosmopolitan y me pediría
que lea letra por letra lo que la compatibilidad rata-dragón describe. Yo me
quedaría absorto, sabedor de que lo inevitable me ha alcanzado, y aunque nunca
pensaría en serle infiel, no habría argumento sostenible para refutar un combo
Cosmopolitan-Sabiduría China. Entonces mi vida terminaría con un "¿Tú lo
sabías, Fabian?", salido de su boca.
Ella
no lo sabe, y a ustedes poco les ha de importar, pero mi temor por perderla
radica en que por sí sola, por estar, es todo lo que mi vida necesita, mi
pareja de baile y la diana en donde dejo caer los piropos dominicales. No
quiero verla llorar y, por supuesto no quiero que una bola de chinos locos
vengan a decirme que lo nuestro no puede ser. Es importante decirlo: no le
platico mucho sobre lo increíble que me resulta el lucero negro de su mejilla,
o lo bien que le va ese tinte en su cabello, porque me conoce. Sabe que soy un
tipo sencillo y mi cariño se lo doy cuando escribo sobre ella, cada que vamos a reuniones con sus familiares, o cuando dejo de ver los partidos del Cruz Azul para ir al cine por una
nueva película de Nolan, tomado de su mano.
Mi
vida comenzó a finales del 88, pero el destino comenzó a correr para alcanzarme
ocho años después, en el 96, en un sitio donde no pertenezco con una mujer a la
que decidí pertenecerle, con la primer carta que le escribí y que aún conservo
y para leerle el día de nuestros votos. Les anexo el brevísimo texto, para que se den una idea:
"Este
es el primer día de mi vida. En tus ojos habitan los únicos testigos del último
acto de valentía al que un hombre pueda someterse frente a ti y esa pistola
cargada que traes por sonrisa. Después de esta declaración, sabrás que me
gustas mucho y que quiero todo el cariño que puedas ofertarle a un tipo como
yo, que está dispuesto a lo inimaginable por una caricia tuya o por un beso en
la frente. Si me das la oportunidad prometo ser tuyo, aunque no sea perfecto;
prometo decirte las cosas tal cual: que quiero verte contenta, que quiero ser
el docente de tu indecencia, que quiero decirte todos los días qué tan bien se
te ve esa blusa, esa falda negra, que te ves más bonita en ese vestido que la festejada -cuando nos toque ir
al cumpleaños de cualquiera de tus amigas-... entonces no habrán excusas
y nos miraremos a los ojos, solo en ese momento comprenderás que no nací para
una reina sino para adorarte y ser feliz habitando tus tardes de domingo,
haciéndote de comer, sembrando piojitos en tu cabeza mientras duermes,
calentando mis manos para ponerlas sobre tu vientre doce veces al año, cariñito
distante. Entenderás, por fin, que la vida se encuentra rodeándonos desde
aquella tarde en la que viniste en pijama, con tus tatuajes, a tocar la puerta
de mi querer, y yo te abrí con la esperanza de que fuera la muerte. Pero no. Ahí
estabas, como una especie de testigo, observando cómo la fiesta de mi vida
comenzaba desde que supe tu nombre".
Me
asusta, me parte en dos, como un perro en fiestas patrias, saber que un día el horóscopo de esos malditos, expertos en gimnasia artística, volcará en contra mía y
mis ganas pendejas de envejecer con ella, solo porque Marte no estaba perfectamente alineado con Neptuno, aunque el ascendente en Venus estuviese en la posición
justa para que ustedes vengan y despedacen años de esfuerzo por sostener una
relación que, si bien no es perfecta, le otorga funcionalidad a nuestras vidas.
No quiero que ella, días después de mandarme al diablo note que su exnovio
hippie de la prepa, cuyo signo es Perro, solo por haber nacido en el maldito
1994, sea su pareja ideal y considere con la seriedad como con la que redacto
esta carta, volver con él a vivir una vida haciendo pulseritas y tocando el
yembé en alguna playa de Cancún o Playa del Carmen. Tomen en cuenta lo que les
digo, por favor y no hagan pedazos la única cosa que tengo en la vida que no
merece ni una queja. Escribo esto desde el baño de mi departamento, con cierto
enojo y frustración, pidiéndoles clemencia: no vuelvan a publicar semejantes
cosas. Se los pide de favor alguien que ha seguido sus consejos sobre
decoración y que han hecho de este espacio en mi vivienda un lugar agradable y
sumamente chic, aunque sepa -y seguramente ustedes también- que solo sirve para
tomar un baño, cagar y ver videos de gatitos tocando el piano.
Reciban
un cordial y sincero saludo. Fabian Herllejos.
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