19.2.14
a palabras necias, oídos orantes...
Vamos a cometer una informalidad y pedirle al encargado del olvido, que omita las cosas sanas que puedan avecinarse:
Señorita, cargo con mil diablos en la espalda y ninguno tiene la voluntad de callarse bajo la sombra de tus mejillas. Me limito a guardarme las malas intenciones y a crucificarlas con mil poemas sobre las farolas de todos tus callejones. Ya no hay luces orantes que se atrevan a elevar peticiones refulgentes, a un dios que se hace el dormido cuando reposo las palabras (versos, manías, nombralos como quieras) en el susurro de una inconveniencia.
Hoy siembro esta atenta petición de un perdón, con el temor de ver crecer un árbol de copa amplia y de tallo rutilante. Siembro a petición de la cordura, todas las palabras disparadas, a quemarropa, cerca de tu oído. Dejo un caracol para hacer de este mínimo sepelio algo más entretenido, algo más llevadero, hasta que las sombras de las palabras (o del cinismo, o de la honestidad, nombralos como quieras) pueblen estas tardes, con un sonidito de mar.
Iré, entonces, a fumarme un cigarro como síntoma de buena fe y dejo este mensaje como congreso de todas las disculpas albergadas en el repertorio de mis pretextos. No tengo idea de lo malo que soy escribiendo excusas y por eso mismo me siento un alarife de verborrea desinteresada, que pretende una sonrisa y desprender un pequeño y gracioso 'no mames' de tu boca. Descuida, de lo que digan hablaremos después, siempre hay una buena justificación para esta clase de actos suicidas.
Siendo cualquier hora, del día que se te ocurra leer esto: doy por sentenciada, oficialmente, la disculpa que a nadie le interesa leer. (Me) Dictamino, de manera tajante, una orden de restricción a todas las disciplinas de baile, gestadas por el alcohol y a dejarte este texto sin acuse de recibo, para que una noche lo leas y duermas con la certeza de un yerro mío expatriado hacia la amnesia. Señorita, en todo caso, la culpa es de mis fantasmas, mis miedos, mis traumas, mis duendes muertos y mi cobardía... sobre todo de mi cobardía, una disculpa de antemano por si todo lo que no quiero, ocurrió. Recibe un fuerte abrazo, nos vemos pronto constelación de la tierra (Dedo meñique del pie, Orión, o como gustes nombrarte).
Atenta y respetuosamente.
Yo.
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