23.3.14
El dedo meñique del pie
Adora esa ternura que uno encuentra,
por las tardes de abril,
siempre en las cosas pequeñas,
cómo el sonido de un niño al reír.
¿Cuántos golpecitos debe recibir
para calmar esas crisis de abandono minúsculo?
Pobre trocito de carne
¡que alguien lo comprenda!
no quiere sentirse distante
aunque los otros dedos lo quieran.
Quiere dejar una huellita
aunque no perdure por las olas del mar,
quiere bailar, así, desnudito
siempre queriendo llorar.
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