26.7.17

Metro Observatorio






Se me acerca un hombre por la espalda, justo antes de abordar el metro y me susurra al oído "¿Tienes un minuto para hablar de dios?", me quedo petrificado por el susto y solo afirmo con la cabeza. El hombre comienza a reír, la boca le huele muy mal, y me pone aún más nervioso. "Eso es porque dios no aborda el metro, él sabe que todos aquí están condenados y aparte no le gusta saberse bajo tierra, le teme a la muerte". Intento voltear a verle la cara, pero me lo impide. "Yo sé a qué viniste, yo sé a que vienen todos... Esta ciudad atrae a tantos de fuera que casi me da asco, ustedes, los de afuera, solo vienen a respirar el olor a mierda de esta ciudad, vienen a sentirse un poco más sucios, creen que eso los vuelve más oscuros, creen que ver tanta miseria es vistoso". Y lo creo, en verdad, pero mis motivos son mucho más básicos, mucho menos deprimentes. Creo que esto debe ser una mala broma y en cualquier momento alguien enojadísimo con la vida, un ciudadano común de la gran ciudad, con cierto rencor a quienes hemos venido de otro lugar, está por asaltarme o en el peor de los casos va a matarme, y yo no seré más un escritor, sino una nota amarillista del "Alarma". Siento su cuerpo pasar a mi lado y veo su mirada maliciosa ponerse frente a mí, y me sonríe horriblemente y me dice "Ahora bien, si crees que esto es una mamada demuéstralo comprándome un spinner, ira, este tiene luz, bluetooth y es mp3" y me siento mal, y sudo frío, y pienso que nunca antes me había sentido tan fuera de lugar, tan menospreciado, tan extranjero.

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