19.12.18

El Zarco

Estoy en una esquina viendo a la gente pasar. Un perrito husky pasa apresurado frente a mí y lo sigo con la vista, se detiene de golpe para oler la cola de una perrita callejera. La rodea, la huele. Está visiblemente nervioso. Pasados unos minutos, después de insistir un poco, el perrito termina por montar a su compañera casual. Apenas veo el acto y volteó a ver hacia otro lado, con cierto pudor y una vergüenza que de tan tenue me hace sentir estúpido. Veo de reojo y me gana la valentía de voltear la cabeza con dirección a los caninos cuando noto que se han separado. El husky se aleja de su compañera un poco, se sienta, levanta una pata trasera y comienza a lamer sus genitales, los limpia a cada lengüetazo delicado que les da. Entonces se escucha la voz de una chica a la distancia. Alguien busca a un tal Zarco. Volteo a verla y ahí está ella caminando hacia la esquina en la que estoy. Es linda. Chancletas, unos shorts de mezclilla, y una blusa de tirantes que deja ver el pequeño surco de un pecho blanco. En realidad es un puto ángel. Algo interrumpe la imagen de esa muchacha, es el husky que pasa frente a mí, de regreso, va corriendo hacia ella, contento, juguetón. Ella ilumina al mundo con una sonrisa preciosa, se agacha y el perro la embiste cariñosamente, lamiéndole sin contemplaciones el cuello, el pecho, la boca, la cara en general. Ella lo abraza y le ordena muy contenta que se meta a la casa. Estoy ahí, parado, fumando como lo haría un hombre misterioso, con las gafas puestas, en silencio, observando con asco y admiración lo que sucede. Ella, la preciosura fodonga se mete al domicilio, y atrás va el Zarco. 
          Antes de entrar el perro se detiene un momento, voltea a verme, se relame el hocico -como en señal de burla- y después se mete a la casa sin ningún tipo de remordimiento. Acto seguido, con la misma serenidad de un hombre que cree haberlo visto todo, intento hacer un paralelismo con el amor, pero no puedo. No puedo. Mejor acabo el cigarro y regreso a trabajar limitándome a no decir una chingada.

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