16.10.12
De estas clases de vuelo...
Aprendí que no hay suficientes plumas en tus ojos, ni despegues en tus labios. Las alas se te cansan a los pocos aleteos, y siempre me quedé con las ganas de levitar cien ratos entre las espesas cortinas de la lluvia.
Me averigüe viento, esculpiendo nubes. Me volví petirrojo para, en parvada, teñir el cielo de voraz nostalgia.
Consideré al fin, no querer sentir la brisa del norte. Consideré, como ente viajero: ir al sur, allá donde la neblina, de cualquier especulación tuya, no se siente. Donde los rayos dejan arcoiris al paso y donde las hojas de pino alto se atreven a retoñar.
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