Despertar
queriendo
TU BOCA
Queriendo
pronunciar otro nombre.
Como niño después
de una inyección, chupo una tutsi y me calmo el llanto. Qué desgastante es
pasar por estos pasillos, siempre estrechos, sin escaleras y caer en una
serpiente (lenta, siempre lenta, cada vez más lenta) que nos regresa, siempre,
al mismo lugar. Me acostumbré a jugar a las escondidas sólo y tener que
encontrarme siempre en la misma posición fetal, oculto bajo las sábanas de mi
cama, llorando, repitiendo el nombre al cual, de tanto recordar, desgasté las
letras y se borraron de mi memoria.
Es que, a
veces, uno se cansa de tomar atajos y llegar siempre tarde, siempre tarde,
siempre a la misma historia; sentado, junto a una rockola, con un cigarro entre
los dedos, besando vasos con fervor, con la petición crónica de todas las
tristezas: Un cenicero, mi amor y otra caguama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario