18.10.17
De todas mis exparejas
De todas mis exparejas
hay una que habla de mí
que me tacha como lo peor
de infiel y borracho
de lacra y costra
de una herida que quiere cerrar,
dice que no tengo futuro
por negarme a tener un hijo con ella,
dice que soy un malnacido
que siempre oculté lo nuestro,
que nomás no valgo un centavo.
Habla a mis espaldas,
como si nunca la hubiese querido,
como si fuese un enemigo que esperó
esperó
y esperó
para morder y matar.
Ella dice y habla
y se queja y llora,
y se victimiza y patalea,
y es una niña y es berrinche,
y habla y habla.
Dice de todo y se queja de mí,
como si la hubiese engañado,
como si al dejarla
lo hubiese hecho por alguien más,
y de ahí el motivo de su odio
de ahí saca las balas con las que embiste.
No se ha dado cuenta,
no lo ha notado.
Hay una señal
en el idioma que hablan los golpeados,
los sibaritas de la tragedia:
cuando todo está por caerse
hay un zumbido en el corazón
que solo repite "el sol se ha ocultado".
Ella no lo entiende, no lo sabe,
ha de creer que cuando uno camina en la noche
y encuentra a quien ama con alguien más
debe parar a saludar y sonreír,
debe pensar que lo correcto es contestar
una llamada tras otra para escuchar excusas.
Ha de considerar correcto ver a quien ama
como si fuese un tonto,
como fuese un desconocido.
Cuenta que soy una basura
y hace muecas cuando mencionan mi nombre,
hace gestos exagerados y habla de mí
como si le diera asco,
no menciona que me ha marcado llorando
y cumple con un papel funcional
de muchacha maltratada,
cansada de tanto padecer,
encomendada a la virgen de los sufrimientos.
No se ha dado cuenta,
no lo ha notado:
hay una canción de Perales abandonada a media avenida,
y en mi corazón puteado
solo tengo el poema de la rana enamorada
que dice y dice "el sol se ha ocultado".
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