23.1.23

 En un día común como este, sobre una mesa de blancos manteles comunes, un hombre común ha dejado caer una porción de tinga de pollo. La tostada se parte y se escucha claro el crujido de una puerta que la vergüenza abre. Ahí va cayendo la comida, con lentitud artística, siendo lo que es: una partícula suspendida en el infinito, materia a disposición de la gravedad y la expresión gráfica de lo que es ser redondamente pendejo. El viaje largo de la tostada a la mesa de blancos manteles comunes, tiene como adorno a un hombre negado a la verdad, un hombre común que cierra sus ojos, un hombre que -conforme la comida cae- va dejando de serlo para convertirse poco a poco en el gordo torpe de la mesa.

Pinches tostadas.

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